Inolvidable Trovador
Ir a Parte II
Luego siguió Spirit On The Water; un discreto sonido de armónica daba comienzo a la canción, y uno ya no estaba en el Velez Sarsfield, sino en un pequeño y desconocido café de Grenwich Village, escuchando a un viejo blusero entre los claroscuros de un escenario sencillo dando toques suaves y elegantes con su voz cavernosa, inmemorial. El solo de órgano con la guitarra que se lució una vez más fue tan sencillo como absoluto.
Cuando todo parecía envolverse en un susurro, el retumbar de la batería anunciaba Things Have Changed. Esa canción tan apreciada por quien escribe y que hizo que Bob de pronto se animara a ejecutar algunos pasitos de baile mientras tocaba el órgano.
Luego, Dylan ejecutó Workingman's Blues N°2 con toques líricos y conmoviéndonos hasta los cimientos con versos como " Ningún hombre o mujer sabe/ la hora en que la tristeza vendrá/ En la oscuridad oigo los pájaros de la noche cantar / puedo oír la respiración del amante/ Duermo en la cocina con los pies en el corredor/ Dormir es como una muerte temporal...
Y casi sin dar tregua ejecutó otro gran clásico: Just like a woman.
Abrió este tema con un solo de armónica espectacular que no dejó reaccionar a la audiencia. Su voz se torcía un lamento relamente descarnado cuando decía " She makes love just like a woman" y luego de las primeras estrofas, todos aplaudimos, y digo todos, porque en el estadio el sonido hizo gran eco.
El tema se cerró con otro solo de armónica que me hacía pensar en esos trovadores líricos que hipnotizaban con sus versos e inmortalizaban al ser amado. De antología.
Honest with Me fue la siguiente. El público finalmente ya parecía enganchado, aunque conservaba sus modismos. No al loquerío ni a los gritos y silbidos destemplados. Y dejen cantar al Señor de la Pandereta. Y luego la ovación cerrada. Pero de pronto, todo se sumió de nuevo en un susurro. Bob empezó a cantarnos sobre lo ancestral, la vida y la muerte, la sabiduría que se acrecenta con la lucha... era When the Deal Goes Down; y de allí apareció otro gema: Highway 61 Revisited. Las notas que seguían a los coros me parecieron lúgubres pero sensuales a la vez, otra vez destacaba la primera guitarra soltando agudas sonatas que se interrumpían por silencios y luego volvían a sonar.
En Nettie More, ocurrió para mí, algo inpensado: a mitad de canción, el público empezó a aplaudir al compás de ella. Las ovaciones vinieron desde las tribunas y fueron seguidas por los espectadores de a pie, los que estabamos sentados y llegaron hasta los pies de Dylan quien inmutable, seguía cantando.
Summer Days venía perfectamente para el momento en que nos citábamos para ver a nuestro ídilo: una noche despejada y calurosa propia del fin del verano bonaerense, la luna brillando con todo su esplendor justo sobre el escenario, el viento que pasaba de cuando en cuando refrescándonos. Y los teclados del protagonista sonando alegres y vibrantes.
Like a Rolling Stone siguió, o apareció mas bien, como rodando, desparramándose desde el escenario hasta las butacas, pasando por el campo y entre las rendijas de las tarimas hasta el grass y luego subiendo hacia las tribunas. Nadie quedó a salvo de ella. Y aquellos embrujados ya como yo, se atrevían a cantarla y a sentirla vibrar dentro de nosotros. La performance estuvo brillante y la gente ovacionó al final de pie un buen rato.
Parecía el fin, las luces se apagaron. Pero yo sabía que eso no era todo, así que no me moví de mi asiento. A mi lado algunos comentaban las incidencias, otros compraban gaseosas, se levantaban, otros se iban. ¡Se iban ! no lo podía creer... ¿acaso no sabían que allí mismo vendría lo mejor? y claro que vino, porque ahí mismo las luces volvieron para el encore con Stuck inside of Mobile with the Memphis Blues Again . Bob aparecía de nuevo sobrio e inmóvil frente al órgano pero ejecutando el tema con maestría junto a sus músicos que se lucieron esa noche y ante el público que se rendía y ya comenzaba a dejarse llevar, ya no se sentaron esta vez, todos de pie, continuaban con el show.
De pronto, veo delante de mí, a una rubia que lentamente comienza a avanzar por entre los pasillos formados por las filas de asientos. Todos, seguridad incluídos, mientras embelesadamente miraban al escenario, no notaron a la susodicha que atravesó el cordon que separaba la zona Vip con la Vip Gold (las primeras localidades). Entonces fue que decidí segurla, y para bien porque en un santiamén, estaba a 50 metros del escenario, junto a uno de los parlantes.
No lo podía ceer, era mi sueño hecho realidad, Bob super cerca de mí y esta vez pude verle hasta la expresión de su rostro, la franja blanca que adornaba los lados de su pantalón, sus rugosas manos arrancándole notas al órgano. Todos los de esa zona, estaban de pie, cantando y aplaudiendo ordenadamente. Un loco a mi delante era el único que bailaba. Yo lo seguí.
Luego de aquello, Dylan presentó a su banda, fue lo único que dijo al público en toda la noche, para luego deleitarnos con All Along the Watchtower. Una gigantesca banderola con el ya clásico logo Dylan del ojo servía de pared a los artistas.
Dylan cantaba y a ratos se acomodaba, ora poniendo un pie hacia atrás, ora el otro, ora reclinándose hacia un lado. Tras esta joya, tanto Bob como sus músicos se juntaron al frente como para hacer una venia respectiva, pero no se animó a decir palabra. Estuvieron casi un minuto contemplando el estadio en pleno, hasta que hicieron oídos del clamor y volvieron a sus lugares para regalarnos otro gran tema, un himno del rock llamado Blowin in the Wind. No tengo palabras para describir esa maravilla, simplemente véanla y disfrútenla.
El show terminaba y los presentes nos resistíamos a aceptarlo. Dylan y su banda, nuevamente al frente, miró a su público cautivo de lado a lado que de pie lo ovacionaba rabiosamente. Observó lentamente, primero a su derecha, luego al centro. Sus músicos murmuraban. De pronto se fijó en mi zona. Allí la gente aplaudía, silbaba y pedía más. Todos de pie, pero nadie sobre las sillas ni haciendo más aspaviento que eso. Entonces yo comencé a dar saltos y a agitar los brazos, a llamarlo. Tenía un bolso de cartón en la mano donde estaba mi polo del show. Con éste, le hacía señas. ¿Acaso tenía alguna chance de ser vista entre los 10 mil o 15 mil asistentes?.
Sin embargo lo que a continuación diré no es un producto del delirio porque vi que Dylan detuvo una fracción de segundos su "paneo" visual que iba de vuelta al centro del escenario, para mirar de nuevo hacia mi zona, hacia mí. Era simplemente mi delirio. Y no había nadie más que yo saltando como loco, haciendo señas y descollando entre la multitud, me volteé luego para asegurarme de ello. Todos estaban solamente aplaudiendo.
Y así fue el final de una gran noche, una velada perfecta e inolvidable para quien vivía por primera vez una experiencia de esa naturaleza, y para quien haya tenido la suerte de repetirla, porque significó ver allí a un hombre discreto y sencillo de sombrero y traje frente a mí y saber que tienes frente a ti, al mismo tiempo, a quien revolucionó la música contemporánea, quien se atrevió a desafiar a los puristas en Newport con una guitarra eléctrica, quien fue el primero en atreverse a salir maquillado como un mimo en una gira multitudinaria, quien ganó el Principe de Asturias, y doctorados Honoris Causa en muchas Universidades del mundo, quien infuenció a los Beatles y a tantas otras figuras del rock, quien es nominado al premio Nobel desde hace más de diez años, y finalmente, quien es una leyenda viviente de la música que hizo historia.
Una noche, sin duda, que nunca olvidaré.
Palabras para David
Hace 8 años
3 comentarios:
Carla, gracias por hacerme revivir esos momentos inolvidables y por un momento, transportarme a esa noche del Velez Sarfield. Hasta el dia de hoy, conforme mis amigos se van enterando de mi viaje, llegan para felicitarme. Sueño cumplido, dicen ellos. Me conocen bien.
Felicitaciones por el Blog.
Un abrazo,
Javier
Muchas gracias, y que, más bien, se repita....
Bien Carla yo tb fui. tengo 978 canciones de dylan gracias a internet
jejeje
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